miércoles, 3 de junio de 2009

memorias de escritura

SIGUE AL CONEJO.

Dijo alguien- Que hay sucesos que son ciertos por que los recordamos y no necesariamente porque hallan sucedido.-Por allí transcurren mis recuerdos y aventuras con la lectura y la escritura. Mi historia con la escritura no sé cuando comienza, pero la comparo con la imaginación en mis primeros años, y que apoyada en aquellos libros, que tanto disfrutaba leer, dieron luego fruto en el papel a todo lo que mi loca imaginación se atrevía a pensar.
“Los planetas son nueve…Y se llaman Mercurio, Venus, la tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano y….PLUTON!!!! “Luego mi mama me llenaba de cosquillas…Era condición antes de dormir recitar junto a ella, mientras miraba los dibujitos de cada planeta. Fue sin duda lo primero que aprendí con un libro, tenía unos cuatro años, y me gustaba tanto saber los planetas que lo repetía en todos lados donde iba, en el jardín, en casa de mis abuelos, hasta en la iglesia, la iglesia del pueblo, cuando un domingo, en medio de la misa, irrumpo con toda mi oratoria, apoyada en el eco resonante…Los planetas son nueve… y se llaman!!!
De esta anécdota, no tengo recuerdos sentidos, pero era tanta la vergüenza de mi madre que se canso de contarlo, por lo que es parte de mi, y no lo discuto, así fue.
El cuento del “monito”, con el compartí, la experiencia de ir por primera vez a la biblioteca pública, con seis años, aprendía a leer, y junto a mi mama, como siempre, estimulándome, elegimos aquel “librito” de tapa roja, con estrellitas blancas o amarillentas, no recuerdo bien, como tampoco su nombre, por eso lo llamo así. Luego vinieron los clásicos, entre mis preferidos, y que aún conservo intacto, “los tres chanchitos” que al buscarlo en mi vieja habitación de la casa de mis abuelos sigue teniendo ese olorcito, que me transporta directamente a las tardes de té con leche, y macitas rococó junto al lelo, que después de la escuela, mientras anochecía leíamos juntos. También amaba a La cenicienta, recuerdo fielmente un viaje a la capital de mi mama, acontecimiento tan importante, merecía un regalo de ese lugar fabuloso y lejano, me trajo un cuento, “Cinderella “junto con un cassette de canciones, era amarillo con letras negras, al mejor estilo de comedia musical, lo escuchaba mil veces, y bailando me sentía cenicienta, imaginaba a las feas hermanastras y a la malvada madrastra, jugando sola en un mundo fantástico me pasaba el día. Ya un poco más grande descubrí Alicia en el país de las maravillas, alucinaba con dormirme y entrar al país de las maravillas. Es esta la parada en el camino donde se me da por escribir historias, historias de ciencia ficción, de mundos paralelos, y visitantes que venían a la tierra, de viajes en el tiempo (es mi tema preferido a la hora de imaginar) eso mucho más tarde me llevo a elegir la película Matrix como una de mis favoritas.
Terminando la primaria llegaron esos libros universales, aquellos que todos, mal que mal hemos leído en la escuela, como crónica de una muerte anunciada, Macbeth, Otelo, la metamorfosis, Juvenilla, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la mancha, El diario de Anna Frank, Martin Fierro, Rebelión en la granja, El mío cid, las románticas de siempre, María y Marianela, etc..
El primer libro que leí, que elegí, ese que consideramos “libro” y no “librito”, fue El principito, cuento hermoso y sabio como ninguno, cuando lo leí por primera vez, tenia, creo entre 9 y 10 años, hace algunos meses, volví a leerlo, encontré el lomo lila asomado en la biblioteca de casa, volví a él, y fui niña, y también lo leí -Nuevamente- por primera vez. En cuanto a mi historia con la escritura, y su relación con los cuentos que leía, me gustaba hacerme “la crítica” tanto de cuentos como de películas, escribirla y jugar que trabajaba en una revista. Es un hábito que aún conservo y me da mucho placer.
De todas formas, El principito, es ese que nombro cuando me obligan a respuestas de un único término. En realidad hay un cumulo de “primeros libros”, que dependen en el momento y la edad donde me detenga, la cuestión es en cuál de ellos parar, llenarlo de sentido, decir hasta acá y punto. Habrá que ponerse a tirar títulos, hasta donde se agote la memoria, y el capricho. Van algunos, entonces, junto a El principito: Mujercitas, de Louisa Alcott, El conde de Monte Cristo, El mundo de Sofía, El vendedor más grande del mundo, también me divertía leer los Guinness de records, La guerra de los mundos de H. Wells y La máquina del tiempo, 1984 de George Orwell, y el que más me gusto, Blade Runner de Philip Dick ¿Sueñan los androides con Ovejas Eléctricas? Una alucinante pesadilla tecnológica, cuyo tema principal es el impreciso limite que existe entre lo natural y lo artificial.
Mi camino aun no termina, no tengo rumbo y como Alicia solo sigo al conejo…

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