miércoles, 3 de junio de 2009

Entre sueños y realidades...

Rayitos de luz

-Bueno veamos, que yo me entere usted tiene como propiedades un coche, ¿No es así?
- Y una casa, contesto el señor Martínez
- En alquiler, por lo que no cuenta.
- Y un microondas...
- Bueno,- Contesto pensativo Don Mauricio, el jefe del departamento de tasas, por eso podemos compensarle con poco.
- Y una bicicleta, los muebles de la habitación y una carpa de circo, y...
- Si, si, pero...- Intentaba Don Mauricio parar el frenesí de el señor Martínez.
- Y esta vieja tetera de porcelana china de mi tatarabuela.
- Si, si por supuesto- Se rasco la barba lentamente.-Eso aumentara su propiedad, aunque si no me equivoco, esos muebles tienen más de 50 años, tienen poco valor metafísico.
- ¿Poco valor? ¡Son una antigüedad!- Grito enfurecido, cuando se le resbala de las manos su vieja tetera, y mientras ésta iba cayendo, veía Don Martínez como sus ilusiones también se rompían como los pedazos de porcelana que salpicaban del suelo.
- Bueno, bueno, no se preocupe- dijo- Mientras hacia sus cálculos en la computadora.
- ¿Que no me preocupe? ¡Me quedan cinco días, y quiere que no me preocupe!
- Mire Don...- Dijo dejando la frase a medias para que el señor Martínez la concluyese.
- Don Antonio...Martínez
- Muy bien, señor Martínez, lo único que podemos hacer es compensarle con una propiedad metafísica de 20 metas cúbicas.
- ¿Qué?- Pregunto Don Martínez defraudado.
Todo el mundo sabía que 20 metas era una miseria, no tendría espacio ni para poder menta-edificar, es decir, construir mentalmente ni una pequeña choza que valiera la pena. Llevaba veinte años trabajando para cuando llegara este momento, y ahora le daban esto. No podía creerlo, esto antes no hubiera pasado.
El sabía que desde el primer momento de su nacimiento, se había equivocado de tiempo.
Antonio se agarraba la cabeza con ambas manos, desesperado, despeinándose el poco pelo que le quedaba.
- No se preocupe, hay gente que no tiene ni eso, se pasa el resto de su existencia vagando de un lado para otro, viviendo en otras meta realidades, hasta que alguien lo descubre en su territorio temporal y lo expulsa. Usted tiene suerte, no tendría que ponerse así.
Antonio, ni contesto, si hubiera vivido en otra época, se habría tirado por la ventana, pero eso ahora agravaría más la situación.
Se sentía un fresco aire de otoño, era pasada la tarde de un 19 de diciembre de 1971, Ben, ya cansado empieza a cerrar los ojos, yo aun estaba encendida queriendo saber que le sucedería a Don Martínez, pero Ben se desplomo en sueño y el libro de las meta realidades, se cerró.
Ahora solo me quedaba alumbrar desde mi mesita de luz, la tapa de aquel libro que directamente fijaban mis rayitos de luz.
En realidad era una fotocopia, no el cuento original, eran alrededor de 8 hojas en blanco y negro, al menos hasta ahí alcanzo a leer Ben, abrochadas al margen superior izquierdo, con un ganchito de abrochadora, no había más que eso, con algunos manchones típicos del material fotocopiado, más detalladamente, puede decirse que las hojas eran alargadas de forma rectangular, esa era la forma de la tapa.
Pasaban las horas, era de noche, Ben aun dormía y me sentía silenciosamente sola, alumbrando como siempre en la habitación.
Aburrida, me puse a pensar en Don Martínez, y en el monopolio económico que los países capitalistas ejercían sobre los países más pobres, y entonces me dije:
- La raza humana es tan codiciosa que si supiera con exactitud que hay vida después de la muerte, comenzarían a vender terrenos para la otra vida. Las empresas inmobiliarias de este tipo se multiplicarían, y solo los más ricos tendrían una buena posición en el más allá...
Por suerte aquel aire fresco se transformo en un viento que cantaba fuerte y Ben se despertó, me miro, noto mi cansancio y me apago, los dos seguimos durmiendo.

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